¿Qué nos falta para erradicar la violencia contra la mujer?

A octubre de este año la Policía Nacional atendió más de 12 mil denuncias por violencia hacia las mujeres. Ante ello, especialistas coiciden en implementar politicas públicas acorde a cada zona del país. 

“Todo fue perfecto al inicio. Hacíamos los quehaceres de la casa juntos, a veces hasta me cocinaba (…) de pronto sacó su verdadera cara, me celaba de todos y hasta llegó a golpearme”. Este es el testimonio de quien llamaremos María para cubrir su identidad. Actualmente, está a salvo con su pequeño hijo en casa de sus padres. Ella solo recuerda que a la primera señal debió irse de aquel lugar que se convirtió en su peor pesadilla. 

Hoy, 25 de noviembre, es la fecha en que se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer; y esta historia de abuso -que aunque no tuvo un final trágico- dejó marcada psicológicamente a María. Sin embargo, las estadísticas hablan y en ellas no todas las mujeres tuvieron el derecho a una vida plena. 

Violencia en Arequipa

Según informó la Defensoría del Pueblo, a octubre de este año la Policía Nacional atendió 12 mil 180 denuncias por violencia familiar en contra de mujeres. Los casos donde se registran los mayores índices están en cinco distritos de la provincia: Cerro Colorado (14%), Miraflores (12%), Paucarpata (11%), Jose Luis Bustamante y Rivero (8%) y Cayma (8%).

Mapa de los distritos de la provincia de Arequipa con más casos de violencia familiar contra la mujer, de enero hasta octubre de 2022. Fuente: Defensoría del Pueblo

De las denuncias registradas hasta octubre de este año, el 50% es por violencia psicológica, el 33,9% por violencia física; mientras que el 15,8%, por violencia sexual. Respecto al grupo de edad de las féminas que más denuncian esos hechos, es de 30 a 59 años.

Lamentablemente, en lo que va de este 2022 han ocurrido 9 feminicidios en Arequipa. Estas mujeres murieron de forma cruel a manos de sus verdugos, quienes ignoraron sus súplicas por vivir. Todos ellos tienen prisión preventiva, pero ese castigo no repara el dolor ocasionado en las familias de sus víctimas. 

Estereotipos por erradicar

“Trabajamos para reducir la tolerancia social a la violencia. Tanto hombres y mujeres están aceptando que se ejerza violencia hacia la mujer cuando no cumple el rol social”, nos dice la promotora de los Centros de Emergencia Mujer (CEM), Naida Torres. Los esfuerzos de esta y otras instituciones consisten en eliminar los estereotipos sociales reforzados por cada generación, en las familias y la comunidad. Arequipa no está exenta de la misma. 

“Hay una visión limitada de la masculinidad. Creen que el hombre tiene que ser agresivo, duro y no puede mostrar sus emociones”, señala la especialista en temas de violencia de género, Claudia Mostajo. “El problema de sociedades machistas como las nuestras, es que se limitan los derechos de las mujeres y las emociones de los varones”, agrega que esa situación profundiza la brecha de la violencia e impide la formación de una sociedad más equitativa.

Desde los CEM se sensibiliza gratuitamente a las organizaciones sociales durante todo el año. Dentro de esa política también están incluidos los colegios; sin embargo, “algunas instituciones educativas no quieren, pues argumentan que interrumpimos su programación”, lamenta Torres. 

Hay que cambiar el chip

La prevención y sensibilización a todos los actores sociales es parte del plan para erradicar la violencia contra la mujer. En esa lucha es necesario dotar a las mujeres de herramientas para su desarrollo en todos los ámbitos. Las especialistas coinciden en adoptar políticas públicas más acorde a la realidad de cada zona del país. 

Pero no solo las mujeres deben ser el tema de análisis. La familia -en algunos casos- puede ser el soporte para formar adecuadamente a los hijos. Pero también puede ser el origen de muchos de los males que deforman una sociedad justa y segura. En ese sentido debemos incluir la educación psicológica y emocional desde la infancia. 

“Muchos recurren al psiquiatra cuando la agresión está consumada. No hay una cultura orientada a la salud mental como una forma más del bienestar de la salud. Eso debe lograrse a través de las políticas del Estado orientadas a todos los niveles, incluyendo a los medios de comunicación para la difusión. En los centros educativos y laborales debería haber un psicólogo, pero casi nadie tiene (…) En todas las esferas debe incluirse la salud mental”, agrega Claudia Mostajo. 

Cuando hay hijos en un hogar tan hostil -y peor aún si la madre llegara a morir por culpa del agresor- “es posible que esos niños puedan crecer frustrados (…) Cuando una familia sufre violencia hay dos modelos, papá agresor, mamá víctima”, expresa Naida Torres. El camino en esta lucha aún no tiene fin, pero las esperanzas están puestas en esta nueva generación donde los prejuicios, tabúes y otras ideas -que antes condenaban a las mujeres por el simple hecho de ser mujeres- parecen quedar poco a poco en el pasado.