Bailarines de Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, México y Paraguay hicieron vibrar a arequipeños en el XL Encuentro Internacional de Danzas Folclóricas
Desde el martes 16 de agosto hasta el viernes 19 de agosto, se celebrará el Festidanza en el Coliseo Arequipa. Cada delegación, de las 15 invitadas, podrá interpretar hasta cuatro danzas; es decir, los asistentes disfrutarán cerca de 45 presentaciones artísticas con más de 300 bailarines.
Según el coordinador artístico del evento -Benjamín Estrada-, el aforo del coliseo se reducirá un 30 % por bioseguridad. Además, en el lugar dispondrán 300 asientos de butaca, 260 en zona preferencial y 4 mil 500 en general. Los precios van desde 40 soles, 30 soles y 20 soles -respectivamente-. El presupuesto que invirtió la comuna provincial es de 160 mil soles.
Si se venden todas las entradas -durante los cuatro días que dura el evento- se recaudarían más de 430 mil soles.
El pasacalle de todos
Desde las 11 de la mañana del 16 de agosto, cerca de 15 agrupaciones artísticas de baile se reunieron en la calle Colón del Cercado para iniciar con el pasacalle inaugural del Festidanza. El XL Encuentro Internacional de Danzas Folclóricas reúne delegaciones de Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, México y Paraguay de forma presencial; y de forma virtual a India, Singapur, Egipto y Latvia.
El pasacalle inició con los dueños de casa, con el Ballet Folclórico Municipal de Arequipa. Le siguió la delegación de Puebla, México. Los mariachis se adueñaron del espectáculo y de los aplausos de quienes los veían. Coquetas, las mexicanas sonreían a cualquier cámara que las enfocaba.


Por su parte, el Ballet de la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho de Tarija, Bolivia, encantaba con su alegría y los hermosos trajes. Los arequipeños los miraban confundidos, pues estaban acostumbrados a la morenada y la diablada. Los bolivianos bailaron orgullosos por la calle Colón.
Nuevamente fue el turno de los mexicanos; esta vez de Morelia junto la Agrupación de Música Tzinapu Keri. Uno de ellos -enfocado en su oficio- tocaba tres instrumentos: una concha (de mar), una especie de ocarina y un silbato de la muerte. Este último, aterrorizaba a los mirones, pues imitaba el grito horripilante de algún desafortunado humano.


Bailando por la calle Mercaderes
El Grupo de Proyección Folclórica Ñucanchi Llacta de Ibarra, de Ecuador, bailaba al ritmo de una rústica canción reconocida. Los bailarines bailaban «Chulla Vida» popularizada en Perú por el Grupo 5. Una siguiente delegación, de colombianos, bailaron alegres y efusivos sin necesidad de música; solo con sus risas y gritos de emoción.
Del sur vinieron los chilenos. El conjunto Folclórico Integración de la Universidad de Tarapacá lució su propia música en vivo. Los instrumentos que tocaban eran similares a los que usan los ‘sicuris’ (de viento y percusión) -propios del sur del Perú-.
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Complementando el saludo nacional a Arequipa, el Centro Qosqo de Arte Nativo de Cusco interpretó -con música y cantos incluidos- un carnaval de Canas. Pese a que es agosto, los bailarines cusqueños deleitaron a todos con su interpretación artística propia de febrero. Una ‘qhaswa’ -o coqueteo carnavalesco inusual- fue la chispa y jolgorio de todo el pasacalle. Los cusqueños residentes en Arequipa aplaudieron solo para ellos, incluso, cantaron en quechua todas las canciones. ‘Qhaswaron’ en agosto y sin lluvia.


La danza junta
Todas las delegaciones llegaron a los balcones de la Municipalidad Provincial de Arequipa. Ahi continuó la fiesta. Los mexicanos cantaban junto a los paraguayos, a quienes se les unieron los bolivianos. Otros -cansados por el irradiante sol y achicharrados en sus trajes- descansaron buscando la sombra más cercana. Felizmente, la ligereza de algunas vestimentas favoreció a los danzantes más empeñosos.
El reloj de la catedral marcaba la 1 de la tarde y el alcalde Omar Candia aún no llegaba para saludar a cada uno de los bailarines. Cuando arribó, el figurante edil posaba con las delegaciones. Incluso se animó a bailar Wititi disforzadamente.


Mientras el pequeño alcalde daba la bienvenida a los danzantes, otros continuaron su fiesta. Los de trujillo ‘qhaswaron’ con los cusqueños. Una fiesta con unión y sin igual, que solo la danza podría gestar. El trujillano robaba a la cusqueña, y ella no lo permitía. Se empujaban, se cargaban, disfrutaban. Y por respeto a la casa, cantaron un Carnaval Arequipeño.
«¡Viva Arequipa! ¡Haylli Q’osqo! ¡Haylli Trujillo», vitorearon los nacionales. No importaba que la ceremonia de bienvenida estaba a punto de iniciar, ellos continuaban la fiesta.


